martes, 19 de julio de 2011

Es toda una sorpresa para mí, yo siempre me sentí lejos de todo, como atrás de un cristal, una isla desconocida, inaccesible.
Y de pronto alguien que cruza el jardín tan fácilmente, lo atraviesa con una sonrisa. Entra a mi casa. Se sienta cómodo en una silla, me ofrece la bebida que más me gusta, hablamos de los temas que más me interesan, presta atención a los detalles a los que yo hubiese querido que todos prestasen atención.
[él lo hace]
Y sé que lo hace porque sabe que es lo que yo espero. Me conoce. No tardó mucho tiempo en descubrir mis rincones, mis reacciones.
Me conoce, ve directo a mi alma aunque yo intente reservarme.
Admito que me siento insegura con esta realidad, no sé cómo llevo el sentirme tan expuesta, me asusta que tenga esa libertad sobre mí.
Pero también me agrada cuando le cuento algo que hice o que pienso, y me dice: eso es tan Celes, y tiene razón.