martes, 19 de julio de 2011

Es toda una sorpresa para mí, yo siempre me sentí lejos de todo, como atrás de un cristal, una isla desconocida, inaccesible.
Y de pronto alguien que cruza el jardín tan fácilmente, lo atraviesa con una sonrisa. Entra a mi casa. Se sienta cómodo en una silla, me ofrece la bebida que más me gusta, hablamos de los temas que más me interesan, presta atención a los detalles a los que yo hubiese querido que todos prestasen atención.
[él lo hace]
Y sé que lo hace porque sabe que es lo que yo espero. Me conoce. No tardó mucho tiempo en descubrir mis rincones, mis reacciones.
Me conoce, ve directo a mi alma aunque yo intente reservarme.
Admito que me siento insegura con esta realidad, no sé cómo llevo el sentirme tan expuesta, me asusta que tenga esa libertad sobre mí.
Pero también me agrada cuando le cuento algo que hice o que pienso, y me dice: eso es tan Celes, y tiene razón.

2 comentarios:

Ale dijo...

Podemos levantar una muralla enorme, pero sólo puede evitar que pase la gente que no tiene interés en conocernos, en adentrarse en nuestra realidad.

Da miedo, claro, pero todo lo que importa lo da. Si te hace sentir bien, por qué dejarlo del otro lado de la puerta. Nadie quiere sufrir, pero para estar bien necesitamos averiguarlo.

Y te aseguro que uno puede llevarse a la tumba su humanidad, su intimidad y todos sus rincones. Si él logró descubrirlos, es porque en algún punto dejaste que lo haga. Y eso dice algo :)

Mery dijo...

¿Cómo es que me perdí de leer este post? ¿Cómo? En fin, veo que por acá hubo varios cambios, el primero que me llamó la atención fue el de los dibujitos de arriba, toda la plantilla. Después me llamó la atención, muy gratamente por cierto, este texto. Espero que esto siga así, dándote miedo y haciéndote sonreír.
Beso!