domingo, 27 de enero de 2013

Imperfecciones

¿Cómo se arregla el interior?
¿Cuántas capas de malas experiencias están cubriendo las paredes de mi corazón? que cursi suena esto, pero no por eso es menos verdadero.
Marcas, manchas, rajaduras, golpes, huecos... ni siquiera puedo detectarlas todas, hay algunas heridas tan profundas, que aunque con lupa y lampara en mano, siguen sin ser muy visibles.
En ese estado esta mi corazón, con un latido cansado, sigue sobreviviendo.
Corazón de trapo, corazón reciclado, corazón remendado cada dos por tres.
La imagen de mi pequeño corazón brillante, que palpita de alegrías y esperanzas, se nubla en la lejanía.
Me pregunto si es posible recuperar el brillo de otros dias.

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sábado, 3 de marzo de 2012

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Estuve un poco bastante oscura esta semana, desanimada y furiosa.
Me duele la sociedad en un rincón- le dije a una amiga; y ella como buena amiga que es, me dijo que no esté triste, que no quería verme así, que me ría, que otras cosas... Entoncés cambié de tema y me reí con ella un rato. Pero por dentro me quedé oscura, mi amiga no me entendió, y yo que si me entiendo veo una verdad que me duele.
La verdad es mi país, con sus rostros cansados, sufridos, perdidos.
Mi país es la cara de mis viejos y mis hermanos cansados de trabajar para comprar materiales para reforzar la casa porque este mes entraron a robar a 5 casas del barrio. "Nosotros nos salvamos" porque una noche forzaron la reja pero vaya a saber por qué no fueron por mas. El día despues nos dimos cuenta y del miedo no nos salvamos.
Un miedo oscuro y totalizador, que te envuelve, te hace dormir con un ojo abierto, el celular debajo de la almohada por las dudas, saltando con cada ruidito.
Asi que ahora a comprar mas rejas, candados, trabas, etc...
La verdad de mi pais es mi barrio, en el que varios nenes de 13,14,15 años dejaron la escuela y los padres como si nada, ni les hablan, ni los cuidan, parece que ni los quieren.
Los vecinos que comentan que seguro que esos pibes ya andan en la joda, que estan perdidos y nos van a joder a todos, que son una plaga, que no tienen futuro, que seguro ya se drogan, que son nenes pero te roban igual, que te cuides. Todos los miramos de reojo, y me incluyo, llenos de prejuicios. Pero cuando los miro tambien me duele, me duele no saber qué hacer, me vivir con miedo yo y ellos sin esperanzas, y yo tambien porque veo que las cosas son así y varias esperanzas se me van al tacho.
El otro día lloré pensando en esos nenes, pensando en qué deben pensar ellos cuando salen a las 3 de la mañana a la calle, y los padres les cierran las puertas con llave, deben pensar que a sus padres ellos no les importan. Yo imagino que se mueren de ganas de que sus padres les digan quedate en casa con nosotros.
Y entonces pienso que claro, que ganas les va a quedar para estudiar, para jugar, para creer.
Si a mi, que estoy refugiada bajo techo, mil cerraduras y candados, tampoco me dan ganas de creer.
Mi país el de las escuelas rotas, sin agua, sin materiales.
Mi país el de los hospitales sin insumos.
Mi país el de los trenes en mal estado que se llevan vidas todos los días.
Mi país en el que vivimos encerrados, cada uno en la suya, "porque para qué te vas a meter si nadie te escucha".
Mi país, si un país de buena gente, pero en el que no se vive una buena vida.
Ese país me duele en un rincón.

miércoles, 22 de febrero de 2012

entre los apuntes-

Vivimos en un mundo donde el pasado es un pozo sin fondo del que podemos extraer información hasta el infinito. La invención es un mito. Solo creamos aprovechando lo que ya existe. No hay colores nuevos. Esta recuperación reconoce el pasado, pero detesta la nostalgia. Por necesidad hemos de recuperar el pasado para reinventar el futuro. Estamos en una nueva era futurista.

Garrett 1990

jueves, 16 de febrero de 2012

No se dicen, basta

Hay cosas que jamás diré: ni en libros ni mucho menos en un diario. Y no diré a nadie en el mundo. Un hombre me dijo que en el Talmud hablan de cosas que uno puede contar a
muchos, hay otras que a pocos, y otras que a nadie. Agrego: no quiero contarme ni a mí misma ciertas cosas. Siento que sé sobre algunas verdades. Pero no sé si las entendería mentalmente. Y necesito madurar un poco más para acercarme a esas verdades. Que ya presiento. Pero las
verdades no tienen palabras. ¿Verdades o verdad?

[...]

Clarice Lispector, de Revelación de un mundo.

Conocí a Clarice por una ilustradora, pero solo eran frases, fuera de contexto, y hasta puede que yo no entendiera del todo en ese momento, si es que entiendo algo ahora.
Mas tarde hubo personas citandola, mas tarde hubo relatos completos, busqueda desesperada de sus libros, leer un poco, y querer mas.
Adicta a sus palabras, esa manera de expresar -tan suelta- todo lo que siente, remolinos de pensamientos, que van y vienen, y en algun punto se conectan.
Me conectan.
Me siento conectada a Clarice, cada cosa que dice ella a mi me llega de alguna manera . La leo y pareciera que desde adentro hay una voz que me dice eso mismo me pasa, eso mismo quisiera decir sobre esto que me pasa. Que bueno que exista alguien que diga lo que necesito decir.
Como tambien que no diga, que entienda que hay cosas que no se pueden nombrar, que no se quieren nombrar.
Hay tantas cosas que no me quiero decir. Porque decirlas es aceptarlas, quererlas o tener que soportarlas, no se si estoy preparada para todo eso, esta bueno que exista en la realidad inombrable, mientras yo aca voy preparandome para cruzar el puente algun día, son cosas que estan ahi y no se dicen y punto.
Soy un elemento compejo, pero ya entendi que asi es, que es mejor que asi sea.
Que la complejidad es buena, es divertida, es desafiante. Lo facil nunca me gustó, ni me va a gustar. Quien quiere todo servido en bandeja? Eso aburre.
Me gusta no entender porque te presenta el trabajo de salir de tu sillón para aclararte un poco.
Me gusta no decir-me todo porque me afirma que ademas de todo esto, hay mas.

jueves, 29 de diciembre de 2011

-Necesito arrancar todo lo que me hiera-

arrancarme el enojo y el dolor
y el recuerdo de la luz de las mañanas que perdí lejos de mi
arrancarme los miedos, las dudas
las veces que corrí hacia atrás por no creer en las buenas caídas
arrancarme el nudo en la garganta
y la bronca en las manos contenida
y los ruidos que te espantan
y cuando me espanto yo
- e s o s m o m e n t o s q u i e r o a r ra n c a r l o s, d e s t e r r a r l o s -
dejarlos girando en el olvido hasta lo imperceptible
girando en el olvido
mareada de recuerdos
me encuentro en el torbellido de vivir sin hacerlo
tan inconstante
tan delirante
tan distante

-necesito amor, necesito más, más libertad-

[Una canción diferente . Celeste Carballo]

lunes, 5 de diciembre de 2011

una casita de paredes manchadas, gastadas por el tiempo, impregnadas de la magia de todas las palabras de las charlas que se escucharon ventanas adentro.
una puerta alta, de madera, de un marrón rojizo acaramelado, que en su escalón se acostumbraban a sentar las muchachas de la cuadra a tomar mate a eso de las 7, cuando cae la tarde y es el momento ideal del día para hablar un poco de como fueron tratadas por los temas del corazón.
una mesa de madera, rectangular, no muy grande, con un florero de vidrio, con dos o tres flores casi siempre, una carpeta tejida, el diario todos los domingos, las facturas, las sillas todas diferentes que fueron quedando con los días;
una casa con un radio, siempre en am, preferentemente tanguera, pero también se escuchaban mucho los relatos efusivos de partidos de fútbol;
un rinconcito con unas cuantas estampitas de la virgencita, que llenaron de paz y dulzura el hogar, que ya tenía bastante dulzura con las pastas frolas de la abuela.
una casita como tantas casitas.
una casa, un mundo.

que tristes quedan las casas, cuando se van las voces, el sonido de los pasos de quienes las habitan, las llenan con sus risas.
que tristes quedan las casas, cuando se vuelven muros a la nada, cuando detrás de sus puertas no te encontrás con la su gente, sino con pura ausencia.

y es esa misma casa, tan llena de vida antes, ahora desolada, demuestra en su vacío algo muy parecido a la nada.

viernes, 16 de septiembre de 2011

Entre otras cosas, escribo para que no suceda lo que temo; para que lo que me hiere no sea; para alejar al Malo. Se ha dicho que el poeta es el gran terapeuta. En este sentido, el quehacer poético implicaría exorcizar, conjurar y, además, reparar. Escribir un poema es reparar la herida fundamental, la desgarradura. Porque todos estamos heridos.

-Alejandra Pizarnik-


*

Al punto de gritar pero sin sonido.
¿Te pasó que estuviste buscando eso que ya pasó?
Que hostil es el desatino.

*

Extravié mis zapatillas.
Y ahora están colgadas en los cables de la calle
allá fuera congelándose,
yo no se caminar descalza sobre el hielo.

*

No se buscar con el miedo.
Con el miedo de pensar que lo que ya fue, no será otra vez.
Y yo perdiéndome-lo.