miércoles, 29 de julio de 2009

ojos tristes I

Es tarde para volver a la tarde de otoño que los encontró en el mismo lugar. El tiempo siguió de largo y sin que alguien pudiera detenerlo o disfrutarlo.
Si él piensa en ese amor, todavía le duele. Es un dolor en todos lados, en el café, en la luz que entra por las persianas a la mañana, en las noticias, las plazas vacías a la hora de la siesta -sobre todo. Por eso mucho no quiere pensar y se esconde en el trabajo, que le gusta y cobra un sueldo, aunque nunca alcance, ni para pagar las deudas ni para apagar los recuerdos de un amor que no fue.
>Era otoño, hace 3 años y un poco más también, ella iba todas las tardes a la plaza principal, y elegía un banco escondido detrás de un árbol alto. Siempre sola, con la mirada bien atenta en algún libro.
Así la conoció él, desde lejos, desde la observación, y así se enamoró.
No tardo mucho en darse cuenta de que era la chica más triste que se podía encontrar en el mundo. En su rostro se notaban las noches de insomnio, la falta de descanso no dejaba que se vea plenamente su belleza, pero la luz de la luna de cada noche en vela le dejaba un aura plateada en su tez. Y para él, eso la hacía la mujer más maravillosa.
Varias veces se propuso acercarse y buscar alguna excusa para hablarle, pero el miedo no lo dejó. Hasta que un día, vaya a saber de dónde sacó coraje, y ahí estuvo sentado en el banquito y pensó que el árbol no podía crecer más.
Era tal el temor de que esa sea su única posibilidad, que jugó todas las cartas, y le dijo de sus sentimientos, le propuso que se diera la oportunidad de conocerlo, que por favor. Pero ella no quiso saber de él.
Paso el tiempo, si él piensa en ese amor, todavía le duele.
Ella no sabe de él, ni le interesa, el otoño no le trae recuerdos.
No se imagina que él la piensa, le duele, la ama.
Ella no quiso conocerlo, es por eso que no tiene nada que olvidar ni recordar.

[...]

martes, 21 de julio de 2009

alma triste

Tenés el alma triste, le dijeron una vez. Y ella esquivó la acusación, huyendo.
Pero se llevó esas palabras con ella. Las enfrentó, las mordió, las lavó, las quiso tirar fuerte para que se rompan en mil pedazos, probó el sabor amargo de sus letras e intentó cambiarles el significado. Hasta que terminó por entender que no eran las palabras las que debían cambiar, sino ella. Ella, que en verdad era tan triste. Que sonreía a medias, y muy pocas veces. Que prefería siempre esa soledad de cuarto oscuro. Que se olvidaba del presente, mientras mataba las horas añorando un pasado mal recordado.
El que no cambia, suele pensar que todo lo demás tampoco lo hace. Pero cuando uno experimenta el cambio, comprende que el alma más triste puede transformarse en un ser de alegría.

jueves, 2 de julio de 2009

Ganancias y pérdidas

A veces se apoderan de mi, pensamientos desagradables.
Llego a enumerar cosas que eh perdido: ya no confío como antes, eh perdido confianza, ya no escribo seguido, eh perdido el hábito y la inspiración, ya no me acuerdo fechas precisas, y tu imagen se dibuja diferente todos los días, eh perdido memoria. Y si hablara de cosas materiales, podría estar horas nombrando pérdidas, pero no me importan, no me cambian. Muchos días vivo con la sensación de que estoy perdiendo tiempo. Me desgarran el alma, los días en los cuales dudo de haber perdido el sentido a todo esto.
Pero hoy estoy buscando el equilibrio, y créanme que es grande el descubrimiento.
Serán varias y tantas las perdidas que llevo, pero yo tengo con qué cubrir esos vacíos.
Pues sé -y saber es tener la certeza de algo- que eh ganado en gestos.
Tengo millones de sonrisas dadas y recibidas.
Incontables miradas de alegría, de las cuales muchas fueron hasta las lagrimas.
Abrazos que protegen. Manos que acarician.
Palabras que sostienen todo lo que quise decir y lo que necesite escuchar.
Suspiros. Silencios. Música.
Y todo ese mundo que no puedo nombrar, pues solo se percibe.
Todo eso, solo gestos.
Movimientos con los que se expresa algo.
Impulsos del ánimo. del alma.
Un detalle, una seña, un disparador. Un factor desencadenante.
Y mi descubrimiento, refuerza mi victoria. Porque lo importante es que comprobé que el gesto es para siempre, que es eterno, que es mío, que me da aire. Podrán ser varias y tantas las pérdidas, pero son superables, podrán ser varias y tantas las pérdidas pero no se comparan con mi tesoro de gestos, que son toda la gloria de mi vida.
Soy gestos.
¿Me das tu mano esta noche?